sábado, 29 de noviembre de 2008

¿Qué es "El éxito"?

Hoy en día hay mucha gente que emigra a otros países por diversos motivos. En mi país, el motivo más común es la falta de empleo. Mucha gente va a otros países con grandes expectativas acerca de lo que les espera en otras tierras.
Usualmente, a la mayoría de estas personas se les llama "exitosas", no es el caso del 100% pero tal vez si el de un gran porcentaje.
Me gustaría exponer mi punto de vista acerca de lo que es el éxito. Si una persona es una persona "exitosa", ¿Qué es lo que pensamos al escuchar eso? Gracias a la televisión, al cine, la radio, las revistas y los periódicos, mi precaria definición de "éxito" se refería netamente al éxito económico. ¿Cuántos de nosotros pensamos de la misma manera? o ¿A cuántas personas les viene la imagen de que por ejemplo un hombre exitoso es un hombre que tiene un buen trabajo, usualmente nos lo imaginamos con camisa, traje y corbata, que viste ropas elegantes, que posee un automóvil deportivo y/o un reloj bonito? Detengamonos un momento a analizar todo lo que vemos a diario en los medios de comunicación, comerciales llenos de conceptos que nada mas favorece a la venta de productos, el consumismo va en aumento día con día... Porque si sale un celular nuevo ya hay gente esperando que lancen el nuevo modelo para comprarlo y estar a la moda. Bueno, no nos desviemos del tema central.
Hoy hice un alto en medio de esta ciudad que va tan a prisa, mientras los veloces automóviles pasaban, mientras el metro llevaba a cientos de personas dentro de sus vagones, yo estaba cruzando un puente, escuchando un poco de musica de esas que te hacen pensar y pensar mientras las escuchas. Pensando en cuestiones familiares y en cuestiones personales acerca del trabajo, estuve pensando, ¿Qué me espera? ¿Me esperará el éxito? No sé, depende de que sea éxito para uno. Si nos referimos a tener un auto, tener un celular nuevo, o poder satisfacer mis necesidades materiales... creo que sí, que seré una persona exitosa, mas observando a la gente a mi alrededor, comprendí que el éxito no se puede referir nada mas a lo económico. Creo que dependiendo del punto de vista de cada uno, una persona puede ser exitosa o no. Por ejemplo: Considero exitosos a mis padres, ellos no conducen ni un Mercedes Benz, no ganan US$ 100.000 dolares mensuales, es mas, tal vez en lo que tienen de vida ni siquiera han alcanzado a ganar dicho monto, pero son exitosos porque tienen dos hijos, mientras otras personas no pueden tenerlos, son exitosos en el matrimonio porque despues de más de 25 años de verse las caras a diario y poder sobrellevar muchos problemas de los que tal vez yo ni estoy enterado, ellos siguen juntos, caminando a lo largo de la vida, y si Dios lo permite, hasta que la muerte los separe. Son exitosos porque tienen seres queridos que los quieren y los apoyan siempre, son exitosos por ser buen ejemplo para sus hijos, que tal vez a veces no quieren entender lo que se les dice... si! pero de todas formas, una sola frase de ellos tiene un poder tremendo en la toma de decisión de sus hijos. Entonces, ¿Qué pasó con aquella imagen del hombre vestido de traje con un automóvil deportivo que viste además un reloj enorme tal vez con piedras preciosas? Mi papá toda la vida se la pasó con las manos y la ropa manchada con aceite, o con grasa, o con lo que fuere. A mi papá le incomoda usar un traje! Puedo contar con el dedo de mi mano izquierda las veces que lo he visto utilizando un traje. Pero para mí, ¡El es exitoso! Es por eso que hoy hice un alto en mi vida y me puse a pensar en las cosas que en verdad deben importarme, en las cosas que te causan una verdadera satisfacción, en las cosas que no compra el dinero... el tiempo con la familia, compartir un rico tereré con los amigos, ir a acampar un fin de semana en el lugar más recóndito del país y luego compartir esa experiencia, disfrutar de la buena música, de la buena comida, del deporte, del amor de pareja, del amor de un hijo, del amor de un amigo, del amor de Dios...
Es por todo lo anterior que hoy los invito a hacer un alto y reflexionar... ¿Hacia donde voy? ¿Qué es para mí el éxito? Espero que sepas para donde vas y que sepas qué tipo de éxito estás buscando en tu vida.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Sueños que se cumplen, nuevas experiencias.

Transcurría la vida de un chico estudiante del interior del país entre sueños e ilusiones, el chico siempre soñó con salir a estudiar fuera del país, buscó y buscó oportunidades en el viejo continente haciendo llamadas y visitando embajadas, pero las puertas siempre estaban cerradas, luego ese joven recordó que cuando Dios te cierra una puerta es porque quiere que sigas por otro pasillo porque él ha abierto otra puerta para vos al final de ese otro pasillo.

Y así fue, ya renuncié a mi deseo de ir a estudiar fuera del país porque no se me abrió ninguna puerta para ir a Europa, pasaron unos meses, hasta que ahí estuvo realizada mi idea de los designios de Dios, me enteraba por segundo año consecutivo de las convocatorias del Gobierno de México para becas de estudio de licenciatura y dije: “tiene que ser una señal”. Entonces comenzó el proceso, presenté mis documentos, fui preseleccionado, presente un examen mexicano, el CENEVAL, me hicieron una entrevista, hasta que después de todo un proceso me dijeron: “te vas a estudiar a México”. Así parte de ese sueño largamente acariciado se empezaba a cumplir, pasaron meses de despedidas e intentos de imaginar cómo sería la vida en otro país, en un país lejano… Hasta que llegó la noche del 25 de julio de 2006, donde con toda tristeza por dejar mi hogar, mis padres, hermanos, sobrinos, amigos, mascotas, cargaba mis maletas de sueños, proyectos, esperanzas e ilusiones, partía para tierra azteca el 26 de julio del mismo año. Recuerdo que fue una mañana calurosa, de esas mañanas raras donde hace mucho calor en pleno invierno. Nuestros familiares y amigos nos despedían llenos de orgullo, pero con lágrimas en los ojos, esas lágrimas de incertidumbre por no saber cuánto tiempo duraría esta separación física. Éramos un grupo de 12 viajeros, ¿los doce apóstoles?, nada que ver… después de casi 3 horas de vuelo, llegamos a Santiago de Chile, con 4 grados centígrados y nos empezamos a dar cuenta de que todo iba a ser diferente desde aquel momento en que dejamos nuestro país, nuestro querido Paraguay.

Después de 8 horas de escala y otras 8 y media de vuelo, llegamos al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, sí llegamos a México, algo totalmente desconocido nos esperaba ahí afuera, fuera de ese gran edificio que en parte nos protegía de todo aquello desconocido para nosotros, nos recibieron paraguayos y funcionarios de la institución educativa donde estudiaríamos, los funcionarios del Tecnológico de Monterrey con la responsabilidad característica de quienes reciben a nuevos estudiantes que no conocen nada, los compatriotas, con esa calidez, solidaridad y entusiasmo característico de quienes por el simple hecho de compartir un sentir común, una cultura común, sin ni siquiera conocerse, reciben con los brazos abiertos a ese hermano que acaba de ver después de un tiempo, tal vez largo, tal vez corto, pero un tiempo, ahí es donde surge el sentimiento del reencuentro.

Llegamos al hotel que nuestra universidad nos había preparado, nosotros con ese orgullo y esa satisfacción de quienes fuimos seleccionados para vivir esta experiencia, con todas las ilusiones y ese entusiasmo característico de nuestras edades, en ese contexto empezamos a conocer a personas de varios países de América Latina que vivirían nuestras mismas experiencias, personas con quienes desde ese momento hasta ahora compartiríamos una bella amistad. Pasaron unos días, pasaron esos días festivos, empezaban las clases, empezaba nuestra carrera, una carrera en la vida que debemos correr para llegar a ser profesionales, profesionales que contribuiremos en un futuro al desarrollo de nuestras respectivas comunidades.

Pero no solo eso, no nos imaginábamos que el vivir en otro país, esta nueva experiencia, sería todo un aprendizaje de vida, una nueva forma de organización fuera de la comodidad de nuestros hogares, el estar en este nuevo país, no solo nos da la oportunidad de estudiar una carrera en prestigiosas universidades, sino también nos hizo darnos cuenta de que hemos crecido, que empieza la etapa de independencia, de vivir solos en el mundo, pero agregado a todo, un mundo totalmente diferente, donde papá y mamá no están físicamente presentes para salvarnos de los apuros que siempre tenemos.

Después de dos años viviendo en México hemos crecido muchísimo como personas, hemos perdido una parte de nuestro ser, pero hemos ganado muchas otras cosas importantísimas. Estamos, diciendo en feas palabras, perdiendo la posibilidad de pasar los años con nuestros padres, de poder escuchar a nuestros hermanos, de ver crecer a nuestros sobrinos, sobrinas, hermanitos o hermanitas, tal vez la posibilidad de pasar esas horas muertas tomando tereré a la sombra de un árbol. Pero en cambio estamos ganando la habilidad de sobrevivir en el mundo, ganamos la posibilidad de conocer nuevos e interesantes lugares, tenemos nuevos amigos, amigos igualmente valiosos como los que dejamos por un tiempo, nos estamos fortaleciendo como adultos, de igual manera, tenemos la posibilidad de apreciar mejor nuestra cultura y valores, valores que nos demostramos a cada uno de nosotros cada vez que nos reunimos entre compatriotas, cada vez que los visitamos en cada punto de la República Mexicana. De esta manera revivimos todos esos valores con los que fuimos criados, valores como la solidaridad, la amistad, el respeto, cada vez que nos visitamos esos valores surgen, sin saber más que simplemente somos paraguayos, que compartimos esa estirpe guaraní, tenemos la capacidad de abrazarnos fraternamente y decir: “bienvenido a tu casa, mucho gusto”.

Los mexicanos también nos recibieron cálidamente en su tierra, nos pasaron la mano y nos siguen pasando la mano en cada momento que es necesario, nos hicieron probar su comida, nos hicieron ver que podemos aprender mucho de esas diferencias. Simplemente probando un platillo podemos ver los valores de la otredad, con esto pudimos aprender que todas esas diferencias culturales se pueden sentir, ver y apreciar en algo tan simple como lo es un platillo típico. Cuando llegamos todo era nuevo, todo lo quería probar, los tacos, las quesadillas, la comida corrida, las aguas que solo vemos en los programas de TV que nos llegan en Sudamérica. Pero estando acá nos dimos cuenta que se nos abría las puertas, los mexicanos nos abrían las puertas a su hogar, a este mundo nuevo y desconocido, se portaron hospitalarios desde el principio.

Después vino el “shock” cultural, ese desencanto tan peligroso que a todos nos llegó alguna vez, por las diferencias que mencionaba, pero ese “shock” solo sirvió para fortalecer nuestros lazos, nuestros deseos de superación y para valorar todo aquello que ya ganamos en este camino recorrido y sobre todo, valorar lo que tenemos “en casa”, en Paraguay, y valorar más aun lo que estos hermanos latinoamericanos nos ofrecieron y nos ofrecen, lo cual es su amistad, su casa. Y cuando alguna lágrima de nostalgia rodó por nuestras mejillas siempre hubo algún nuevo hermano que nos dio ese apoyo que necesitábamos en ese momento y pudo decirnos, “aquí estoy”, “no te desanimes”, “pronto volverás a tu hogar”, “pero acepta este hogar que te estoy ofreciendo en este momento”, no hace falta decir a quién me refiero.

A estas alturas, como digo, hemos crecido bastante como seres humanos, pudimos superar muchas dificultades que se nos presentó en algún momento y ya tenemos la capacidad de superar una más sin que nos agarre por sorpresa, ya que algunos ya están cumpliendo su meta, otros vamos en la mitad del camino. Aun queda mucho por recorrer, pero en este momento no me queda más que agradecer a Dios por sus bendiciones, por sus regalos y por haberme abierto esta puerta y darme la enseñanza de que no me puedo limitar a un solo camino, siendo que él me pone varios para seguir. Estamos acá lejos de nuestras familias, sí, pero hemos formado una mucho más grande, una familia de jóvenes paraguayos que sueñan con un país mejor, que son capaces de construir un país mejor, y sobre todo, una familia mucho más extensa aún, una familia que trasciende las fronteras, una familia latinoamericana, que nace en la tierra prometida por el dios de los aztecas y donde precisamente comenzó nuestra historia como latinoamericanos cuando era el Virreinato de la Nueva España, empieza en México y tengo la confianza de que será una familia unida y que logrará construir, mediante América Latina, el mundo mejor que necesitamos.

Una trágica noticia


Fecha: 1 de Agosto de 2004
Lugar: Supermercado Ykua Bolaños, Asunción, Paraguay

Los emocionados jóvenes paraguayos recién llegados a la ciudad de México corrían de un lugar a otro dentro del hotel, todos muy contentos e inquietos, todos con una energía renovada despues de un merecido descanso luego de llegar a México.
Minutos antes o después de las 20:00 del día domingo 1 de agosto, llega una visita inesperada. El embajador paraguayo en México hace acto de presencia en el lobby del hotel donde sus jóvenes compatriotas se hospedaban.
Creo que muchos pensaron que nos dirigiría un mensaje positivo y alentador para darnos fuerza y apoyo, pero, luego de unos segundos, cuando todos los muchachos estaban reunidos en un gran círculo humano prestando toda la atención que se merece el Sr. Embajador de la República del Paraguay, la noticia vino de golpe. "El supermercado Ykua Bolaños sufrió un incendio que empezó en el patio de comidas. Los dueños mandaron cerrar las puertas del lugar "para evitar saqueos al local". El saldo es de aproximadamente 400 muertos... Causó un gran impacto en todos los estudiantes que el silencio que se dejó venir al comienzo era un indicador del total desconcierto. No recuerdo bien cual fue mi reacción ni la de los demás, supongo que nadie lo podía creer, un día negro para todo el Paraguay, y nosotros lejos de casa, unos tal vez más preocupados que otros, unos tal vez en estado de shock por la noticia.
Encendimos el televisor con Alma, una estudiante también paraguaya. Buscamos el canal de las noticias... ¡Eran demasiados canales! Hasta que de repente, el reporte del trágico accidente aparece en el canal de noticias CNN. Una imagen vale más que mil palabras... con la boca abierta y con la preocupación en la cabeza nos quedamos observando las imágenes que llegaban a todo el mundo en ese momento. Minutos después estaba en una cabina telefónica llamando a Paraguay para saber si todos estaban bien. ¡Qué desesperación!
Una voz algo cansada contesta el teléfono, era la voz de Rocío, mi hermana...
Hola?
Hola! ¿Qué tal están todos por ahí?
Bien, bien estamos. ¿Te enteraste de lo que pasó?
Si, si me enteré, por eso estoy llamando... ¿No le pasó nada a nadie?
No, todos estamos bien, nosotros por suerte estamos bien, pero hay como 400 muertos ya, y a muchos todavía no se les encuentra...


Enlace recomendado: http://www.youtube.com/watch?v=FQIn01KM2sI

sábado, 15 de noviembre de 2008

Un Giro de 180º

Cuando una persona siente la necesidad de superarse y está dispuesta a hacer sus sueños realidad, comienza un libro de aventuras। Las palabras para describirlo podrían ser "interesante", "divertido", "emocionante", "arriesgado", "doloroso" o tal vez... "satisfactorio". Les compartiré algunas páginas mi libro de experiencias en el cual relataré algunas vivencias.
Dentro de todo lo que me ha sucedido en el corto tiempo desde que decidí buscar alcanzar una meta, mi vida ha cambiado por completo. Dicho cambio implica el sacrificar el día a día con los familiares y amigos, cambiar de hábitos, aprender una nueva cultura, adaptarse a nuevas condiciones climáticas, cambiar el menú de comidas al que se está acostumbrado, y abandonar la tranquilidad y comodidad de la casa.
Al comienzo cuesta, pero como se dice, el ser humano es un animal de costumbre, y obviamente, con el paso del tiempo uno se acostumbra a todo.
Recuerdo el momento en el que el avión de la Fuerza Aérea Mexicana estaba apunto de despegar... una cantidad inmensa de jóvenes entusiastas esperando abordar el avión que los trasladaría a hacer sus sueños realidad. Una multitud de gente despidiéndolos con lágrimas en los ojos, preguntándose: Señor, ¿Cuándo nos volveremos a ver? En el ambiente se respiraba la emoción, la esperanza, la alegría, el orgullo de las familias, pero, ¡Cómo nos invadía la tristeza!
El avión despegó y luego de varias horas de vuelo y tras hacer escala en Lima y Panama, llegamos a nuestro destino final... los Estados Unidos Mexicanos. ¡¡Llegamos a México!!
Desde la ventanilla se podia ver un mar de luces que se movían, un mar de luces que tal vez podríamos compararlo con las esperanzas y los sueños que trajimos con nosotros. Algunos ya los cumplieron, algunos los estamos cumpliendo.
Salimos del aeropuerto tras hacer una larga cola para proceder con las documentaciones correspondientes ante el Instituto Nacional de Migraciones (INM). Cansados pero igual emocionados nos trasladamos al Hotel donde permaneceríamos el fin de semana para luego llegar cada uno a la institución a la que fue asignado(a). Entramos en un mundo desconocido, un mundo para nosotros mucho más grande de lo que nos imaginábamos, un mundo por explorar.
Grandes cartelones de anuncios comerciales, vías rápidas de varios carriles con miles y miles de automóviles circulando, el metro corriendo de norte a sur y de sur a norte, los taxis realizando sus recorridos, los camiones de turistas llegando y saliendo de la ciudad, la gente en los restaurantes, en los centros comerciales, en las calles... y en medio de todo el movimiento de millones y millones de mexicanos que viven en la ciudad de México, unos cuantos paraguayos iban llegando a la ciudad más grande del mundo, todos sorprendidos por la magnitud de la imponente ciudad... recuerdo que no me perdí ni un segundo del viaje desde la ventanilla, y pensaba ¡Wow! ¡Que grande! Si, era algo que nunca antes había visto de cerca... algo que en mi país mucha gente lo ve, pero desde la televisión. Así es como comienza mi libro personal de aventuras.