miércoles, 17 de diciembre de 2008

Nuevamente Cerrando Círculos

Alguna vez he comentado lo que me gusta el texto de Paulo Coelho, “Cerrando Círculos”. Una verdad de vida tan impresionante, que apabulla y al mismo tiempo es como si descorrieran las cortinas y entraran raudales de luz y comprensión.

En nuestro afán de ser permanentes, de mantener nuestra hegemonía y no perder vigencia, nos aferramos con uñas y dientes a cosas, personas, circunstancias, tiempos... Sin darnos cuenta que hagamos lo que hagamos, el cambio nos llevará por delante si no nos convertimos en dúctiles juncos para movernos con el viento que sopla.

Después de que terminé mis estudios en un país extraño, pero en el que tenía amigos de mi misma nacionalidad y al sentir que los tendría que dejar, me quedó un tremendo vacío. Claro, los días que transcurrieron entre los dos momentos más importantes, mi arribo y partida de ese país, se fueron como agua entre los dedos. Las visitas, las llamadas, las salidas, los viajes planeados, las comidas compartidas, los recuerdos, las noticias, las sorpresas, los descubrimientos, las tristezas, las alegrías, finalmente la vida, nos dejó un cargamento de sentimientos que habríamos querido mantener apareciendo ante nuestros ojos, tocando nuestras pieles, sonando en nuestros oídos sin parar.

Pero había que cerrar círculos, había que cerrar puertas para abrir otras y el momento de separarnos llegó. No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Y allá fueron ellos, hacia sus vidas de siempre, dejándome acá con la mía. Sin embargo, estoy segura, algo cambió en todos, dentro de nuestras mentes y corazones. Las experiencias compartidas no pasan en vano. Y es que la misma vida nos va preparando para los cambios definitivos, los que aunque no queramos habrán de presentarse. Los años que transcurren y se llevan la lozanía de nuestras pieles, la brillantez de nuestros cabellos, la firmeza de nuestras carnes. Y vamos quedando, sin siquiera darnos cuenta, como una deformación de nuestros veinte años, vistos claro, sólo por fuera.

Porque la vida bulle dentro de nosotros, en nuestras mentes y espíritus, siempre ávidos de conocimientos y "momentos". Los años se acumulan en nuestras arrugas, pesan en nuestras espaldas, enredan nuestros pies y vuelven torpes a nuestras manos, pero lo interior, lo intangible, cada día brilla más. De esa manera, vemos que las personas que amamos, con las que compartimos momentos inolvidables van cumpliendo sus metas, haciendo sus vidas, planeando una forma de vivir que, quizás, nosotros ya no estemos en esos planes. Y se van yendo, decía, muy a pesar nuestro esos momentos, esos amigos, esa personita especial para cada uno de nosotros.

El círculo de la vida que se cierra, irremisiblemente... Sin embargo, en otro círculo precioso, la vida que inicia, que mueve voluntades, el horizonte nuevo y compartido, las puertas que guardan sueños y anhelos, se abren y el amor se entroniza para formar nueva vida. Y así, hasta que transcurra y cierre nuevamente su ciclo. Y en el medio, nosotros, viendo que se nos van los que nos sustentaron, viendo que se inicia otras alegrías y que, probablemente, veamos a nuestros frutos dar, así mismo, más frutos para concretar y culminar nuestro propio círculo. Que ojalá nos sea permitido llegar a nuestro fin viendo felicidad y amor a nuestro lado, de la misma manera en que nosotros debiéramos prodigarlo a los que nos anteceden. Porque nada que no hayamos dado nos será dado.

Así es amigos, para muchos este ciclo se va cerrando, muchos ya culminamos nuestras carreras, y otros lo van haciendo de apoco, nuestro círculo se va cerrando, tal vez se abrirán otros mejores y volveremos a empezar con nuevos sueños y metas, o simplemente nos quedaremos con estos recuerdos vívidos, pero lo cierto es que la vida sigue y con ella nosotros.

Aprendamos a cerrar círculos, aunque nos cueste o no queramos hacerlo, pero siempre que una puerta se cierra se abren miles…es hora de seguir…

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